sábado, 14 de junio de 2008

VINCENT GALLO: RARO PERO ENCENDIDO


El actor y artísta multifacético que es VINCENT GALLO, lo asemejan a un melancólico tanguero, él cuenta alguno de sus gustos por el encierro y su desconexión creativa, en una nota para LA NACION.


RARO PERO ENCENDIDO

Antes de presentar en el Malba su obra como realizador, el actor de Tetro habló sobre los cambios en su intensa vida de artista múltiple.

"Jamás había hecho esto antes", confiesa Vincent Gallo con un gesto de pudor que está a años luz de su fama como artista tan múltiple (actor, director, productor, montajista, músico) como dispuesto a explorar caminos que muchos consideran extremos, corriendo todos los riesgos posibles o imaginables.


No será lo único que desmentirá Gallo durante la relajada charla que mantiene con LA NACION en la suite con privilegiada vista al río que ocupa en el hotel Faena. De remera multicolor a rayas y jeans, descalzo y a cara lavada -como lo exige el personaje que lo trajo a Buenos Aires para filmar junto a Francis Ford Coppola-, Gallo confiesa que si algo lo distingue es el aislamiento.


"Me encanta este hotel, tiene un gimnasio hermoso, buena comida, un parque hermoso, la vista es fantástica. Paso aquí todo el tiempo fuera del que le dedico a la película. Es muy raro que se me vea en una fiesta o en un club. Es imposible que vaya al cine, no lo he hecho en años... Mi vida transcurre alrededor de libros, fotos, objetos, referencias, hobbies. He estado un año entero en una ciudad sin conocerla", admite.


Pero ahora se muestra tan entusiasmado como cuando parte en su auto para andar por las rutas norteamericanas en la preparación del compromiso que, por iniciativa de Costa Films, lo pondrá por primera vez frente al público argentino. Mañana, en el auditorio del Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415), se exhibirán por primera vez en la Argentina las versiones en fílmico de sus dos trabajos como director: Buffalo 66 (1998), a las 16, y The Brown Bunny (2003), a las 18.30. Y a partir de las 20, con entrada libre y gratuita, Gallo compartirá una charla con el público y presentará material inédito. "Es la primera vez que acepto una cosa así -reconoce el actor de 47 años con una rara locuacidad, como si quisiera hacerse entender y querer al mismo tiempo en cada respuesta-. Y eso que me lo habían pedido varias veces.


Cuando hago películas siento que hay gente que parece disfrutar diciendo cosas feas o malas de mí. Y los festivales disfrutan eso, porque así también consiguen publicidad. Por eso siempre me llaman para que muestre mis películas o que sea jurado, pero nunca lo consideré hasta ahora.


Esto es distinto. A tal punto que no he visto Buffalo 66 desde 1998 y The Brown Bunny desde 2004." Gallo dejó atrás la controversia abierta cuando esta última película desató, por sus escenas de sexo explícito, una polémica feroz al exhibirse ("antes de que estuviese terminada", indica) en el Festival de Cannes 2003, aunque todavía se molesta cuando dice que hay gente que lo ataca por razones personales más que a partir de cuestiones artísticas.


También, según propia confesión, abandonó definitivamente un pasado con más de un punto oscuro. "He hecho por dinero cosas degradantes para una persona, cosas fuera de la ley, actos peligrosos para la salud, tóxicos y sexuales. A estas alturas de mi vida elegí sobrevivir lejos de todo eso, sin poner en juego el respeto que me debo a mí mismo. Elegí hacer mi vida.


Y mi obsesión por el proceso creativo no se debe a una cuestión egocéntrica, sino a la idea de que quiero recuperar algo que creo que se ha perdido en este mundo de hoy. Y estoy dispuesto a sacrificarme para lograrlo. Tal vez no gane dinero, respeto o amor por eso. Tal vez me toque vivir sin amigos o sin novia. Pero en este momento quiero desarrollarme como la persona que soy y no como la persona que en más de un sentido aprendí a ser."


Un encuentro decisivo

"Un auténtico maestro clásico"
El actor cuenta cómo llegó a Tetro y que en el film habla en español

Todo comenzó una mañana cuando Vincent Gallo quedó petrificado al oír en su casa, al teléfono, la voz de Francis Ford Coppola. "Me invitó a encontrarme con él aquí, en Buenos Aires, para hablar de su nueva película. Me tomé un avión y el tipo estaba en persona, a las siete de la mañana, esperándome en el aeropuerto como un caballero de primera clase. Me llevó en su auto, me mostró la ciudad, almorzamos y cenamos juntos, y en vez de dejarme en un hotel me invitó a quedarme en su casa.


Pasé con él uno de los días más felices de mi vida, pero lo primero que pensé es que Francis no podía aceptarme, que el mundo conspiraba contra mí, que yo era un fraude. En el fondo tenía miedo, y el miedo suele dirigir las peores decisiones.", detalla. Al día siguiente, el almuerzo fue con dos de las principales productoras. "Tenía dos mujeres frente a mí, seguramente entusiasmadas por sacarme de encima y devolverme a mi organizado mundo estadounidense. Desafortunadamente, me dijeron que Francis me quería en Tetro. Y como protagonista."


Gallo les pidió que lo dejaran pensar un poco y una semana de plazo para responder. "Volví a mi casa y empezaron a llamarme todos los días. Hasta que acepté. Y puedo decir que este rodaje es la mejor experiencia de mi vida dentro de una película. Conocí a la persona más interesante, a un auténtico maestro clásico, al más grande. Y me di el lujo de hacerle un millón de preguntas sobre cada una de sus películas."


Cuenta Gallo que es la primera vez en tres décadas de trabajo que ensayó para hacer una película. "Lo hicimos antes de empezar el rodaje, durante tres semanas, casi todos los días experimentando, compartiendo ejercicios físicos, juegos, reuniones, comidas vestidos como los personajes. Francis es un auténtico sostén de actores, te da las mejores oportunidades para lucirte."


Más allá de este proceso, dice Gallo que Tetro no es un film abierto a la improvisación: "Hacerlo sería como entrar en una habitación sin luz y moverse a ciegas. Aquí pasa todo lo contrario, porque Francis es un guionista fenomenal y tiene todo claro en el texto. Por el contrario, siento que es la película más clásica y tradicional que he hecho en mi carrera, quizá con la excepción de La casa de los espíritus ".


También dijo que el director lo alentó a rodar varias escenas en español, aunque dijo que la experiencia lo dejó algo "traumatizado". Y destacó que siente cariño por todo el equipo que trabaja en el film: "Eso también se lo debemos a Francis, porque es un tipo tan cálidamente familiar que en algún punto nos sentimos como si fuésemos primos. Y si bien yo soy uno de los actores principales no me siento más importante en este proyecto que la persona que maneja mi auto o la que me acerca el café todas las mañanas".

Foto: La Nación.

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